Voy dentro de mi... y me descubro... Abro los ojos y puedo centrarme en este momento, aquí y ahora, contigo, que compartes mis escritos: Te veo, te reconozco y te doy un lugar en mi corazón. Ahora sé que lo que veo en ti, también es mío (me guste o no...). Gracias por haber llegado aquí.
Acerca del perdón. Segunda parte.
A veces guardamos resentimientos, odios, enojos con algunas personas que nos hicieron daño porque aún no pudimos comprender que todo lo que sucede en la vida tiene algún sentido mayor a lo que se ve a simple vista.
Nos quedamos atrapados, enredados en esa energía negativa sin comprender que hasta en ese acto en el que nos sentimos perjudicados externamente, tuvimos algún beneficio interno, y que sólo soltando esa energía seremos libres.
Aceptando que lo que pasó, tal como fue, aunque me haya dolido, puedo reconocer que me dejó un aprendizaje. Tal vez me evitó un mal mayor, tal vez me hizo conocer a alguien que fue fundamental para mi crecimiento, tal vez me haya ayudado a sacar lo mejor de mi para superar el mal momento. Acepto y lo suelto, ya no lo necesito.
¿Perdono?¿Quién soy yo para perdonar lo que yo misma en algún nivel del ser he generado? Si quiero perdonar, me pongo por encima del otro: "te absuelvo", soy más grande y te lo concedo, así se genera un desequilibrio que no ayuda a nadie.
A veces la reacción desmedida de otra persona me está mostrando algún aspecto mío que aún necesito reconocer, que hay un desequilibrio que me lleva a provocar esa reacción. Acepto y suelto, me libero de esa carga.
No somos buenos ni malos. Tampoco somos totalmente “inocentes” ni completamente “culpables”. Estamos aquí, representando nuestro papel en el drama de la Vida.
Es maravilloso cuando podemos apreciarlo y llevar toda esa energía mental de reclamo al corazón, para que la energía del amor la sutilice, la ilumine con su luz, la expanda y la integre. Así, nos sanamos, integrando…