Querida madre que te siento cada día palpitando en mi corazón de hija. Muchas veces recuerdo tu serena partida, después de tanto sinsabor o “sinsaber” que te produjo el Mal de Alzheimer.
Muchos opinan sin saber y es algo que no le deseo a nadie, que tenga que pasar por esta instancia, que como a muchos le tocó a mi madre… Hoy te nombro y te siento tan presente… pero desde un lugar interno y protegido donde ningún olvido te condene a depender enteramente de los otros que a veces sin saberlo no comprenden y se niegan a aceptar lo inevitable…
A mi me costó mucho comprender que era la aceptación a tu Destino el único camino digno para amarte, como hija y nunca desde otros lugares arrogantes donde sintiera que era yo la que tenía todo el sufrimiento por verte decaer así ¡Querida Madre!
Hoy honro tu memoria como entonces, cuando era niña y tú estabas entera y te amo más que entonces porque ahora, que no sólo soy madre sino abuela, la Vida me enseñó unas cuantas cosas acerca del Amor, de los afectos, de aceptar todo aquello que resulta inevitable…